WHATEVER WORKS: si la cosa funciona

Woody Allen: Producciones del inconsciente

Sabido es el gusto de Woody Allen por el psicoanálisis, incluso se puede considerar a su obra, producto de su análisis. Es por ello que me resulta bastante curioso, el acto fallido que tuve al ver la película. Me dormí, y no suelo dormirme en el cine. Fui al lyss, sesión de las 18’40, habiendo dormido incluso un poco de siesta, por lo que no había mucha excusa. El asunto era más grave, en tanto que debía comentar la película en esta tertulia, por lo que al acabar, pensé en comprar otra entrada y volver a “intentar ver el film”, ese “volver a intentar…” pensado así, me frenó en seco, y me fui caminando a casa. Tendría que hablar del por qué del dormirse viendo una película, así es como contingentemente había ocurrido.

Aceptando eso, la cosa no era tan complicada, pues hablar de la película, de un director volcado al psicoanálisis, con conexiones con cineastas muy entramados en el lacanismo, la “cosa no era tan complicada”, si encima el film en su traducción se llamaba “si la cosa funciona” (Whatever Works)…

¿Funcionó para mí la cosa, o no?, si nos centramos en poder contar la trama del film, seguramente no, pero el caso es que me dormí, y no soñé, fue esa especie de “duermevela”, en la que te vas despertando y vuelves a dormir, de continuo, lo cuál me permitió a las “duras y maduras” seguir algo del hilo, cuestión poco importante, porque a menos que conozcas a Woody, y es mi caso, la trama es clásica.

Cómo siempre digo, el arte no se interpreta, el psicoanálisis lo toma como ejemplo, donde puede mostrar sus conceptos. En este caso sin ningún esfuerzo: ejemplo de neurótico obsesivo grave, que considera su síntoma normal y lo incorpora al yo, como lo más lógico del mundo, siendo su síntoma, su conducta y forma de ser. Carácter fuertemente anal, de marcado sadismo, con tendencias pedofílicas, misógino, come il faut a todo carácter obsesivo anal que se precie. Elección de objeto amoroso: degradado, a tipo del descrito en la “Psicología del amor” S. Freud (de 1910 a 1917). Entorno resabidillo neoryorkino, con apuntes de la gran manzana, cursi para cualquier europeo culto, pero afianzado como un mal menor. Mujeres, todas iguales, pesadamente con rebequitas, poco pecho, suplicantes… en fin algo que suena a falsete.

Todo esto mezclado con la imponente relación de Woody, con uno de los objetos a: la voz, que esconde en los diálogos, pues a más que los use de “pura significación y significado”, es perfectamente evidente que este hombre no soporta la escansión del silencio (escena en la que harta hasta a sus amigachos), y luego recoge a la niña sureña para seguir hablando sin parar… Nuestro viejo Boris-Woody, está a la altura de los “tiempos modernos”, nuestra era digital con el imperativo de “habla”, habla si estás contento, y si estás triste más, y sobre todo si estas neurótico obsesivo grave, habla con esa megalomanía que invade a los hombres dentro de un contexto que se salta a la torera la “sexualidad femenina”, que no la de la “madre”.

No me dormí en el cine. Conocida es la función del sueño, en la obra de Freud, que la define como la del “soñar”, para poder vivir en el fantasma que configura la realidad psiquica de cada uno. No soñé en el cine, sí fue un acto fallido lo que ocurrió, pues buscaba sin cesar, y ante tanta palabrería el mando automático para bajar el volumen de la voz, porque lo que no muestra la película es que la voz, es simplemente el placer por el sonido, y nada más, y no a todos gusta. Paradojas de la vida, en el brazo de la butaca había un posavasos, que confundí con el mando automático, pero, pero, pero, no bajaba el sonido de la voz. Era para poner la coca-cola! Enjoy-it! I'm loving it!

(Introducción a la charla coloquio de Psicoanálisis, cine del 30-noviembre 2009)

Teresa Ferrer

1 comentarios:

Anónimo dijo...

I will not acquiesce in on it. I regard as precise post. Specially the title-deed attracted me to read the unscathed story.

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